jueves, 29 de septiembre de 2011

Y a todo esto, ¿qué significa la palabra México?

Y a todo esto, ¿qué significa la palabra México?

El significado de la palabra México es algo muy debatido y hasta ahora nadie ha logrado ponerle punto final al asunto. El trabajo más exhaustivo, documentado y profundo lo hizo Gutierre Tibón en un libro que se llama Historia del nombre y de la fundación de México donde, en casi 900 páginas, aborda prácticamente todas las teorías que hay al respecto.

El libro de Gutierre Tibón es tan bueno y tiene teorías tan interesantes y teorías tan disparatadas, que voy a dedicar varias partidas a él, pero en esta primera partida sobre el nombre del país introduzco las tres corrientes más difundidas que hay: la corriente que podríamos llamar histórica (la teoría de que la palabra México viene de Mexitli, que es otro nombre de Huitzilopochtli), la corriente poético-lingüística (que la relaciona con metztli, la luna) y la teoría cosmogónica (que la relaciona con el maguey). En esta partida las presento a grandes rasgos y en otras pondré argumentos a favor y en contra de cada una.

1) La teoría de Mexitli.
A esta podría llamársele la teoría favorita de los historiadores. Algunos -y por nombrar tan solo unos cuantos- de sus postulantes son Manuel Orozco y Berra, Francisco Javier Clavijero y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, quien fue descendiente directo de Nezahualcoyotl, Nezahualpilli y Cacama, es decir, de la familia gobernante de Texcoco.

Mexitli es un personaje entre mítico e histórico que habría guiado a los mexica durante su peregrinación después de abandonar Aztlán hasta el momento en que eventualmente fundaron México-Tenochtitlán. Mexitli es también, de acuerdo a las crónicas, otro de los nombres de Huitzilopochtli, por lo tanto no parece difícil que en un origen la ciudad recién fundada hubiera sido dedicada a él y que el pueblo que la habitara decidiera llamarse a sí mismo el pueblo de Mexitli. Lingüísticamente se explica así:Mexitli + co (que es el sufijo que significa lugar) armarían Méxi+co, que significaría “La tierra de Mexitli”.

2) La teoría de la luna.
La teoría de la luna relaciona el significado de la palabra México con la palabra metztli, que significa luna y de esta teoría, a grandes rasgos, existen dos variantes. La primera la propuso Antonio del Rincón (1556-1601) quien fuera el primer americano (nacido en Texcoco) en hacer un manual gramático sobre el náhuatl. Antonio del Rincón era descendiente de la familia gobernante de Texcoco y por esa razón mucha gente argumenta que su versión debe ser cierta, si conocía el náhuatl (y la cultura) de primerísima mano. Esto es muy cierto, sí, pero no hay que olvidar que otro hombre de la misma familia y la misma época (Ixtlilxóchitl) está entre los que defienden la teoría de Mexitli. En todo caso, la teoría de Antonio del Rincón es que México viene de metztli, luna, xictli, centro (u ombligo) y co, lugar. México sería entonces “El lugar en el ombligo (o el centro) de la luna”.

Esta versión es actualmente la más difundida y esto se debe a que durante el auge nacionalista del siglo XX a algunos intelectuales de la época les vino como anillo al dedo que el nombre del país fuera tan poético y se dedicaron a propagarlo a diestra y a siniestra.

La otra variante de la teoría de la luna está más relacionada con la laguna del valle de México. Uno de los cronistas más antiguos (de finales del siglo XVI), Cristóbal del Castillo, al referirse al lugar donde los mexicas fundaron México Tenochtitlan lo describe como “anepantla in metçtli apan”, es decir, “en medio del agua, en el lago de la luna”. Otros autores, como Alfonso Caso, aseguran que los mexicas bautizaron a la laguna del valle de México como Metztliapan (Metztli, ‘luna’ + apan ‘en el agua de’, es decir, el nombre de la laguna sería “el lago de la luna”) por la nostalgia de una laguna parecida que habría en Aztlán y que de ahí derivó el nombre de la ciudad, primero, y del pueblo después.

3) La teoría del maguey.
La teoría (o las teorías) del maguey parten de un origen parecido al de las teorías de la luna: la posibilidad lingüística (real) de que México sea la unión de metl, maguey, xictli, ombligo y co, lugar. México entonces sería “El lugar en el centro del maguey” y, para muchos, es mucho más fácil ver al maguey como metáfora del valle de México (en cortito) o del universo (a la larga). Esta teoría agarra peso con el hecho de que en varias partes de la mitología nahua el maguey aparece como un elemento fundacional y es defendida por notables mexicanistas (Alfredo Chavero, Ángel María Garibay, entre otros) que parecen estar en un punto medio entre los historiadores y los artistas.

En estas tres corrientes se pueden agrupar la mayoría de las interpretaciones del nombre del país, aunque hay algunas, realmente estrafalarias, que escapan a toda clasificación y vale la pena cubrirlas como mera curiosidad. Una de las cosas más rescatables del libro de Gutierre Tibón es que uno de los métodos que usó para tratar de definir qué significaba México en la época prehispánica fue registrar los nombres que usaron las etnias que estuvieron en contacto con los mexicas para referirse a la ciudad. Es decir, cómo le llamaban las distintas etnias en su propio idioma a México-Tenochtitlán. Un enfoque definitivamente interesante porque mostró que en muchos casos la palabra que usaban en cada lugar era una traducción en su propia lengua del vocablo México.



Bibliografía:
1) Toponimia azteca, por Manuel de Olaguíbel, 1898

2) Nombres geográficos de México, Antonio Peñafiel, 1885
3) Estudio arqueológico y geroglífico del Calendario o gran libro astronómico, histórico y cronológico
de los antiguos indios, por Dionisio Abadiano
4) El ombligo de la luna
, Alfonso caso
5)
Migración de los mexicanos al país de Anáhuac, Cristóbal del Castillo
6) Historia del nombre y de la fundación de México, Gutierre Tibón, Fondo de cultura económica,
1975

jueves, 22 de septiembre de 2011

Noticias del imperio - Fernando del Paso.

El autor, Fernando del Paso, invierte diez años para documentarse y escribir este libro, el resultado de su acuciosa investigación permite conocer la historia del fugaz imperio que duró sólo tres años, los enredos de Carlota al lado del emperador Maximiliano en México, las murmuraciones palaciegas, las luchas y traiciones políticas, la bonhomía de la población indígena, y sobre todo, del amor inconmensurable que le profanaba a su esposo, al grado que sesenta años después de que lo fusilaran en el cerro de Las Campanas, dormía con una pequeña muñeca a la que llamaba, Max. Nunca aceptó la muerte del adorado Maximiliano y dentro de los rincones de su mente torcida lo invocaba como si aun viviera.

«¡Mexicanos! Muero por la causa de México. No dejen que nadie pise sus ideales, ni sus derechos más sagrados. Espero que la sangre de este mexicano sea la última que se derrame. ¡¡Viva México!!»

Maximiliano I de México.


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